En la Argentina actual, el servicio de telecomunicaciones es mucho mejor que el país que tenemos, con un 30% o quién sabe qué número de pobres. En cambio, y en forma paradójica, a principios de los años 70 las comunicaciones —sujetas al control, la escasez y a la más cruda burocracia— eran mucho peores que aquella Argentina de pleno empleo y con un increíble 5% de pobreza